Ayer no pasó nada
Como casi siempre...
Me levanté, me hice un café, me eché un piti en el balcón porque ese es mi desayuno y me puse a mirar Twitter. Sigo en Twitter porque Bluesky me parece una red social soporífera que además conmigo tiene el algoritmo roto. No paran de salirme gays en calzoncillos con frases del tipo “A por el viernes”. No es que tenga hastío a los gays, al contrario, solo que creo que son thirst traps mal targetizadas y aquí hay algo que Bluesky está haciendo mal. Me da lástima que todo el empeño que ha puesto el colectivo de gays en calzoncillos en subir esa foto y el esfuerzo que se esconde detrás: los abdominales perfectos, la ropa interior impoluta, el pene lo suficientemente abultado y los 15 minutos que se han tirado haciendo fotos solos en su habitación escuchando Lana Del Rey, me lleguen a mí, que no soy su público. Tengo la firme sospecha de que Bluesky piensa que soy usuario activo —o pasivo— de Grindr y por eso al final paso más rato en Twitter. Pero súper a favor del colectivo de gays en calzoncillos que escuchan Lana Del Rey y encuentran cualquier excusa para enseñar la chorra.
El caso es que me salió este tweet de un nuevo reality en el que está Yolanda Ramos y le pregunté a la Ana y a la Mar que si lo deberíamos ver. Mar dijo que sí porque está La Jedet, y a Mar le parece bien todo, y a mí también porque me gusta ver a gente graciosa pasar penurias mientras va de viaje. Siempre tengo que pensar dos veces cómo se llama Yolanda Ramos, si es Yolanda Ramos o es Noemí Arguelles.
Ayer también vi en Instagram que se cumplieron 50 años de Another Green World de Brian Eno. Brian Eno para mí es la persona más importante del mundo y Another Green World tal vez sea el disco que más veces haya escuchado en mi vida. Una vez hasta me intentaron estafar por Instagram con la excusa de conocer a Brian Eno. Me escribió su supuesta representante y me dijo que Mr. Eno había escogido a un selecto grupo de seguidores para un encuentro con él y que hiciese un ingreso a Western Union para confirmar mi asistencia. Me hizo mucha gracia que me quisiesen estafar con Brian Eno.
También me pasa que, cada vez que veo a un calvo con gafas y barba blanca, mi cabeza empieza a canturrear “I’ll Come Running” de manera automática y luego me tengo que poner algún disco suyo.
I’ll find a place somewhere in the corner
I’m gonna waste the rest of my days
Just watching patiently from the window
Just waiting seasons change, someday
Oh-oh, my dreams will pull you through that garden gate
Tengo un álbum de fotos en mi móvil que se llama “Señores que se parecen a Brian Eno”. Cuando estaba en la oficina de Roc Boronat había un señor que trabajaba en otra planta que era clavado. Cada vez que coincidíamos echándonos el piti, le hacía fotos de escaquis para mi álbum, y luego me subía a la oficina y me escuchaba Another Green World, Music For Airports o el Before and After Science.
Mis amigos se ríen mucho de mi obsesión con Brian Eno y yo lo entiendo. Lo pincho para terminar las fiestas, porque para mí es la verdadera música para cerrar las discotecas. Una vez iba de copiloto en coche con la Bea, estábamos pasando por un paisaje así muy Windows XP y a mí me pareció que lo oportuno era poner Brian Eno. A Bea le pareció que su música era tremenda imprudencia al volante y se enfadó un poco y me dijo: “O me pones Bad Gyal o me duermo con el puto Brian Eno y nos terminamos matando”, y al final puse Blin-Blin, que no pegaba nada con el paisaje, pero al menos la Bea iba conduciendo despierta, que eso siempre está bien.
Ayer la Gemma y la Laura me pasaron el teléfono de dos hipnotizadores para dejar de fumar. La hipnosis es mi última baza porque la Seguridad Social ya no me receta más pastillas. La verdad es que no entiendo cómo funciona la hipnosis y me parece todo una cosa magufa y medio oscura, pero resulta que hay peña a la que le funciona y mira, la vida está para probar cosas aunque sea solo para contarlo después. Me eché muy buen rato viendo reseñas de hipnotizadores en Google y creo que esta es mi favorita.
Al terminar de currar me fui de compras aunque no compré nada. Llevo muchísimo tiempo obsesionada con las chaquetas de Carhartt que nunca me animo a comprar porque son carísimas, así que estoy esperando por providencia divina que bajen de precio, cosa que nunca pasa. Me acerqué a una tienda de segunda mano a ver si tenían la chaqueta que yo buscaba y que clarísimamente no estaba. Era una tienda de estas de las que pagas la ropa por kilo, así que decidí ojear un ratillo. En la tienda solo estaban los dependientes, un youtuber argentino y yo. El youtuber iba con un palo selfie y una GoPro y empezó a analizar perchero por perchero lo que había en la tienda. Le hablaba solo a la GoPro y decía cosas del tipo: “Estas remeras son de altísima calidad” o “Hay camperas de todas las marcas y colores”. En un punto me empecé a agobiar porque parecía que me iba siguiendo y lo último que quería yo era salir en un canal de YouTube, así que salí de la tienda despavorida y dejé al argentino hablando solo con su GoPro.
Me fui a la tienda de Carhartt a ver si encontraba la chaqueta que yo quería. El dependiente tenía el mismo tatuaje en la frente que Ethel Cain. Era una tienda de estas de diseño moderno, en las que solo ponen una prenda por estantería y perchero, una cosa terrorífica. Aborrezco ese tipo de tiendas. Encontré la chaqueta, vi que valía doscientos y pico pavos, así que salí de ahí pensando que tal vez no estaría mal darle otra oportunidad al Vinted.
De camino a la moto, me puse los cascos y escuché un grupo que me descubrió Víctor y que me gusta mucho. Es muy cacharrero, un poco Beat Happening / Daniel Johnston, pero tiene unas bases muy divertidas, como esta de Slint y ahora estoy totalmente obsesionada.
Luego me crucé con esta camioneta de hielo y dejé de escuchar The Ah Club y me puse Los Panchos. Me encanta que el sector de repartidores de hielo sea tan de la broma. En Asturias hay una furgoneta que pone “Hielokehay”, que me pone contenta cada vez que la veo.


Pillé la moto rumbo a casa y me encaré con un Uber que me adelantó casi rozándome. Desde que voy en moto a los sitios insulto a los conductores imprudentes y eso me da cierta paz. Cuando se puso el semáforo en rojo le dije al del Uber que si se había sacado el carnet en una tómbola, frase que me gusta mucho y nunca tuve la oportunidad de decir. El del Uber ni se inmutó, pero yo contenta porque había dicho todo lo que tenía que decir.
Ya en casa me acordé de una cosa de Simon Rich y volví a leer algunos de sus cuentos. Este es de mis favoritos y siempre me saca una carcajada. Una vez, de adolescente, hice la Ouija y la verdad es que las preguntas al tablero no fueron muy distintas.
Terminé de leer y vi que había salido el nuevo tráiler de Cumbres Borrascosas. Me pareció súper anacrónico que Jacob Elordi llevase pendiente y un grillz en una pala. Creo que Emerald Fennell es listísima, conoce muy bien a su público y estoy segura que lo ha hecho por las girls. Elordi también me desconcertó en Frankenstein, me pareció que estaba demasiado bueno como para ser un monstruo y no me acabé de creer la película.
Le pasé el tráiler a la Merche y ella me envió un reel de un señor que no entiende a Rothko, y yo entiendo mucho a ese señor. Desde que le dije a Merche que el arte contemporáneo no es para mí, no para de enviarme cosas así.
Luego estuve un rato en TikTok y descubrí una cosa terrorífica que se llama #DisneyAdult y me traumaticé para el resto de mi vida.
Después me fui a Mistral a tomar unas birras y un bikini con la Mar, la Bea y la Sandra y fantaseamos con irnos de viaje a Brasil. Cosa que seguramente no pase, pero ayer estábamos convencidas.
Volví a casa, me puse el nuevo capi de Crims y me quedé frita antes de que Carles Porta pronunciase: “Intentarem posar llum a la foscor”.
Y pasó un día más en el que no pasó nada.








Hoy salgo en mi Substack favorito
no es por meterte presión pero creo que deberías escribir más, mucho más